El término inglés Know How tan famoso en estos últimos tiempos es una expresión utilizada para denominar los conocimientos preexistentes no siempre académicos, que incluyen técnicas, información secreta, teorías e incluso datos privados (como clientes o proveedores) que manejan personas y empresas, que les adicionan un sello de distinción y las llevan por el camino del liderazgo.
Todas las cosas de esta vida –comer, trabajar, estudiar, hacer deporte, tocar un instrumento, cocinar, escribir, barrer, sentarse, pensar, descansar, afrontar contratiempos, etc.– tienen una manera correcta de hacerse y otras muchas incorrectas. Cualquier persona con dos dedos de frente elegirá la primera y desechará las últimas… El liderazgo no escapa a esta ley. El arte de la dirección o la conducción de hombres requiere, más que cualquier otra actividad humana, la habilidad o destreza en el oficio, el saber hacer que proporciona una ciencia o sabiduría teórica complementada por la sagacidad práctica que da una acrisolada experiencia. Para llegar a ser un buen dirigente, es necesario conocer bien las leyes del oficio, es indispensable tener un conocimiento claro y profundo de las reglas a que está sometida la acción rectora y directiva.
Tome en cuenta siempre que en cualquier actividad hay que proceder de manera lúcida e inteligente, lógica y racional, ateniéndose a su ley íntima, buscando la mejor manera de llevarla a cabo, y no de manera ciega e irracional, caprichosa y pasional, a lo loco y “a la buena de Dios”. Quien se meta a líder sin un mínimo saber previo no hará otra cosa que dar tumbos, sembrar el desconcierto y cosechar estrepitosos fracasos…
No hay comentarios:
Publicar un comentario