En el libro del Génesis 1,
1. 6 – 10 se narra la creación del mundo, la separación de las aguas y la
aparición de los mares y la tierra seca: “En el principio, cuando Dios creó los
cielos y la tierra… Dijo Dios: “Haya una bóveda en medio de las aguas, para que
separe unas aguas de las otras”. Hizo
Dios entonces como una bóveda y separó unas aguas de las otras: Las que estaban
por encima del firmamento, de las que estaban por debajo de él. Y así sucedió. Dios llamó a esta bóveda
"Cielo". Y atardeció y amaneció: Fue el día Segundo. Dijo Dios: “Júntense las aguas de debajo de
los cielos en un solo depósito, y aparezca el suelo seco”. Y así fue.
Dios llamó al suelo seco "Tierra" y al depósito de las aguas "Mares".
Y vio Dios que esto era bueno”.
Este regalo inmenso y
hermoso día a día se va depredando por el mismo ser que a inicios de la
creación recibió la encomienda de cuidarlo y protegerlo del mismo Dios,
causando con el pasar del tiempo un terrible e irreversible cambio climático
que nos afecta a todos los habitantes del planeta pero que sin embargo
repercute directamente en la población más vulnerable, en el campesino, en la
mujer, en la niñez y en el pobre, principalmente por su acceso y su costo,
aspecto último que se ve aumentado lamentablemente por la corrupción que
continúa presente pese a los esfuerzos en estados como el peruano.
Según la revista en línea
Waste (Disponible en: https://waste.ideal.es/agua-vida.htm, consultada el 29.04.2020), el calentamiento
global es un fenómeno natural ya experimentado en 12 oportunidades a lo largo
de cientos de millones de años de evolución histórica. El cambio climático,
entendido como el "conjunto de grandes y rápidas alteraciones que sufre el
clima a causa del aumento de las temperaturas medias del planeta" hoy
representa el mayor desafío ambiental que ha de enfrentar la humanidad, ya que
se ve exacerbado por la emisión ilimitada de gases de efecto invernadero (GEI). La atmósfera en su mayor parte está compuesta
por nitrógeno y oxígeno, pero también por otros gases, entre estos últimos el
vapor de agua, el dióxido de carbono, el metano y el óxido nitroso que son
gases de efecto invernadero y tienen por finalidad absorber la parte de la
radiación saliente de la tierra, acción necesaria para mantener cierta
temperatura que permite el desarrollo de la vida. El aumento de la concentración de estos gases
va cerrando la ventana de radiación, por lo tanto, la radiación saliente al
espacio exterior es menor, lo que se traduce en el calentamiento del planeta.
Por otro lado Andrea Fabiana
Mc Donald (https://www.igadi.gal/artigos/2007/vc_er_el_agua_vida_victimas_calentamiento_global.htm, 29/04/2020); sostiene que el proceso del cambio
climático traerá serias consecuencias para nuestra región tales como: (1) Desaparición de glaciares, (2) Aumento en la subida del nivel del mar que
amenazará a las grandes ciudades, (3) En materia de alimentos, producirá una
fuerte caída del rendimiento de las cosechas de los países en desarrollo, (4) En
cuanto al ecosistema, habría la posibilidad de un colapso total de la selva
amazónica y, (5) En cuanto a la fauna, muchas especies se enfrentarán a su
extinción.
Ahora bien, analicemos las
razones por las que el agua es la principal víctima del cambio climático. Según Ricardo Giesecke: “El cambio climático
altera la hidrología global, altera la hidrología de cada país. El cambio climático lo primero que hace es
cambiar los patrones de las lluvias, que ya no llueve como llovía antes”.
El agua es un elemento vital
para nuestro planeta. Dependemos de ella para beber, para la agricultura y la
ganadería, para la sostenibilidad y supervivencia de numerosas especies y
ecosistemas. También porque los océanos
son los grandes sumideros del planeta de CO2 y ayudan a modular las emisiones
hacia la atmósfera. Además, mantienen
las temperaturas globales en el equilibrio necesario para hacer posible la vida
de todos los seres vivos. (Tomado de Aquae Fundación, disponible en: https://www.fundacionaquae.org/agua-cambio-climatico-efectos/, consultado el 29.04.2020)
Los
hidrólogos suelen evaluar la escasez mediante la observación de la ecuación
población – agua. Lo convencional es
considerar que el umbral nacional para satisfacer los requerimientos de agua
para la agricultura, la industria, la energía y el medio ambiente es 1.700
metros cúbicos por persona. Se entiende
que la disponibilidad por debajo de los 1.000 metros cúbicos representa un
estado de “estrés por falta de agua”, y por debajo de los 500 metros cúbicos,
“escasez absoluta”. (Disponible en: http://documentacion.ideam.gov.co/openbiblio/bvirtual/020078/BOL59/Informesobredesarrollo/Capitulo4.pdf, consultado el 29.04.2020).
Finalmente,
es imprescindible tener en cuenta que el agua resulta vulnerable por tres
factores: (1) Por disposición: Es una de las principales causas que pone
en peligro a este recurso, debido a que la sobrepoblación ha incrementado el
consumo y eso ha ido agotando la disposición del agua, (2) Climática: Radica
en los cambios inesperados que ocurren en el ambiente y que afectan al agua
como son las sequías e inundaciones que provocan escases de tan vital líquido
y, (3) Ecológica: Aquellas zonas hidrológicas, es decir cuencas, de donde
se obtiene agua, se van degradando y se ve amenazada su enorme
biodiversidad debido a las construcciones de ductos de transporte. (Tomado de: https://www.iagua.es/noticias/mexico/unam/16/09/30/que-es-vulnerabilidad-agua, 29.04.2020)
Dicho todo esto, antes de
analizar quiénes serán las personas más afectados por la crisis del agua,
debemos analizar un
concepto a veces olvidado que el de “seguridad humana”. Según se señala en la resolución 66/290 de la
Asamblea General de las Naciones Unidas, la seguridad humana es un enfoque que
ayuda a los Estados Miembros a determinar y superar las dificultades
generalizadas e intersectoriales que afectan a la supervivencia, los medios de
subsistencia y la dignidad de sus ciudadanos. (Tomado de: https://www.un.org/humansecurity/es/, 29.04.2020)
Hoy, alrededor de 700
millones de personas en 43 países viven por debajo del umbral de estrés de
agua. Con una disponibilidad promedia
anual de aproximadamente 1,200 metros cúbicos por persona, el Medio Oriente es
la región del mundo más afectada por el estrés de agua. Solo Irak, Irán, Líbano y Turquía se
encuentran por encima de ese umbral. Los palestinos, especialmente los
habitantes de Gaza, experimentan uno de los casos de escasez de agua más graves
del mundo: Aproximadamente 320 metros cúbicos por persona. El África subsahariana es la región que
incluye la mayor cantidad de países que sufren estrés de agua, casi una cuarta
parte de su población la sufre y esta proporción está aumentando. (Tomado
de: http://documentacion.ideam.gov.co/openbiblio/bvirtual/020078/BOL59/Informesobredesarrollo/Capitulo4.pdf, consultado el 29.04.2020).
Según la Organización
Mundial de la Salud y la UNICEF a julio de 2017, la escasez de agua de calidad
en los países en desarrollo y la pobreza son dos factores que se encuentran
relacionados y que afectan sobre todo a la población infantil, provocando
enfermedades, desnutrición y bajo desarrollo físico e intelectual. Como consecuencia de esta situación, cada año
mueren aproximadamente un millón y medio de niños sólo por diarreas y
otras enfermedades relacionadas con la contaminación del agua; aún hoy, más de mil
millones de niños viven sin acceso a una red de saneamiento. Asimismo, el informe del Programa Conjunto de
Monitoreo (JMP), Progresos en materia de agua potable, saneamiento e
higiene: Informe de actualización de 2017 y evaluación de los ODS, concluye:
(1) Muchos países carecen de datos sobre la calidad de los servicios de agua y
saneamiento. El informe incluye estimaciones para 96 países sobre el agua
potable gestionada de forma segura y 84 países sobre saneamiento gestionado de
forma segura, (2) En los países que experimentan conflictos o disturbios, los
niños tienen cuatro veces menos probabilidades de utilizar servicios básicos de
agua y dos veces menos de utilizar servicios de saneamiento que los niños de
otros países y, (3) Existen grandes desigualdades en el servicio entre las
zonas urbanas y rurales. Dos de cada
tres personas con agua potable gestionada de forma segura y tres de cada cinco
personas con servicios de saneamiento gestionados de forma segura viven en
zonas urbanas. De los 161 millones de
personas que utilizan aguas superficiales no tratadas (de lagos, ríos o canales
de riego), 150 millones viven en zonas rurales. (Disponible en https://www.who.int/es/news-room/detail/12-07-2017-2-1-billion-people-lack-safe-drinking-water-at-home-more-than-twice-as-many-lack-safe-sanitation, 29.04.2020)
En el informe titulado Sed
de futuro: el agua y la infancia en un clima cambiante, elaborado por UNICEF,
se ha determinado lo siguiente: (1) Hasta 663 millones de personas carecen de
acceso en todo el mundo a fuentes adecuadas de agua y 946 millones de personas
practican la defecación al aire libre; (2) Más de 800 niños menores de 5 años
mueren todos los días debido a la diarrea, una enfermedad relacionada con el
agua, el saneamiento y la higiene deficientes; (3) A escala mundial, las
mujeres y las niñas pasan 200 millones de horas tratando de obtener agua todos
los días.
Dicho todo esto organismos
internacionales como la UNICEF y la OMS, proponen a los gobiernos una serie de
estrategia para mitigar la crisis del agua: (1) Los gobiernos tienen que
planificar los cambios en el suministro y la demanda de agua en los próximos
años; esto significa, sobre todo, otorgar prioridad a los niños más vulnerables
en el acceso al agua potable por encima de otras necesidades hídricas, para
maximizar los resultados sociales y de salud, (2) Los riesgos que presenta el
clima deberían integrarse en todas las políticas y servicios relacionados con
el agua y el saneamiento, y las inversiones deben centrarse en las poblaciones
de alto riesgo, (3) Las empresas tienen que trabajar con las comunidades para
evitar la contaminación y el agotamiento de los recursos hídricos seguros, (4) Las
propias comunidades pueden explorar la manera de diversificar las fuentes de
agua y aumentar su capacidad de almacenar agua de forma segura.
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