Aunque
parezca una mala palabra “procrastinar”
es una palabra derivada del latín “procrastinare”: pro, adelante, y “crastinus”, referente al
futuro. Siendo así, procrastinar
significa postergar o posponer; es la acción o hábito de retrasar
actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras
situaciones más irrelevantes o agradables.
Procrastinar
se aplica a cualquier situación en la vida: Retrasar una visita al dentista o
al gimnasio por ver una película o no arreglar la llave del baño aunque a fin
de mes se vea incrementado el recibo de consumo. Lamentablemente en las organizaciones, perder
el tiempo, dejar de lado las responsabilidades propias del trabajo y no hacer
las cosas por lo que recibes una remuneración cuesta y no sólo hablando de
términos monetarios puesto que los
retrasos evitables generan pérdidas de productividad, además de causar
estragos emocionales.
La
procrastinación es un trastorno del comportamiento que tiene su raíz en la
asociación de la acción a realizar con el cambio, el dolor o la incomodidad (estrés).
Éste puede ser psicológico (en la forma de ansiedad o frustración),
físico (como el que se experimenta durante actos que requieren trabajo fuerte o
ejercicio vigoroso) o intelectual. El término se aplica comúnmente al sentido
de ansiedad generado ante una tarea pendiente sin tener una fuerza de voluntad
para concluirla. El acto que se pospone puede ser percibido como abrumador,
desafiante, inquietante, peligroso, difícil, tedioso o aburrido, es decir,
estresante, por lo cual se autojustifica posponerlo a un futuro idealizado, en
que lo importante es supeditado a lo urgente.
La
procrastinación como síndrome que evade el responsabilizarse posponiendo tareas
a realizar puede llevar al individuo a refugiarse en actividades ajenas a su
cometido. La costumbre de posponer, si bien no se ha demostrado cabalmente,
puede generar dependencia de diversos elementos externos, tales como navegar en
Internet, leer libros, salir de compras, comer compulsivamente o dejarse
absorber en exceso por la rutina laboral, entre otras, como pretexto para
evadir alguna responsabilidad, acción o decisión.
Este
problema de salud no necesariamente está ligado a la depresión o
a la baja autoestima. El perfeccionismo extremo o el miedo al fracaso
también son factores para posponer, como por ejemplo al no atender una llamada
o una cita donde se espera llegar a una decisión.
La
procrastinación, en particular, es un problema de autorregulación y de
organización del tiempo. Su solución consistiría, entre otras cosas, en lograr
una adecuada organización del tiempo, concentrándose en realizar las tareas
importantes que tienen un plazo de finalización más cercano. Quien pospone o
procrastina una decisión, por no sentirse preparado -esperando que todo se
resuelva por sí solo- suele aducir que lo hará después, con lo que está
presentando, en el fondo, una conducta evasiva.
Encontré
este video en YouTube que contiene información importante al respecto.
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